lunes, 4 de marzo de 2013

El tiempo y las frases

La "Ramona", en el pueblo minero de El Triunfo, en La Paz, Baja California Sur. (Cortesía de Brenda Covarrubias)

En nuestro idioma, existe una gran variedad de dichos, refranes y frases que con el paso del tiempo se vuelven obsoletas u oscuras, y aunque a veces las usamos, en muchas ocasiones desconocemos el sentido de dichas palabras. El tiempo y los avances tecnológicos son las principales causas que marcan la “fecha de caducidad”.

Recuerdo la frase: “Fumar como chacuaco”, que hace alusión a la persona que fuma en exceso. El chacuaco, de acuerdo con el “Diccionario breve de mexicanismos”, de la Academia Mexicana de la Lengua, es una ventanilla en el techo de la cocina para que escape el humo, proviene del tarasco “chakuákua”. También se refiere a un horno para fundir metales y a la chimenea de ése. En La Paz podemos adaptar el dicho a nuestro entorno y decir: “Fumas como la Ramona”, refiriéndonos a la famosa chimenea ubicada en antiguo pueblo minera de El Triunfo, cuya construcción se le atribuye a Gustav Eiffel.

Un dicho muy socorrido en mis tiempos, y que fue retomado por un restaurante de comida rápida para su publicidad, era “Me cayó el veinte”. Se expresaba cuando, después de un tiempo, por fin entendíamos la explicación de algo o el desenlace de alguna circunstancia. La referencia eran los antiguos teléfonos públicos, a los que se les insertaba una moneda de veinte centavos (con la imagen de Francisco I. Madero), y que caía a la alcancía cuando nos contestaban del otro lado.

Para hablar de muertos, los tradicionales eran: “Chupar faros” y “se petateó”. Los Faros eran (¿o son?) una marca de cigarros muy baratos y de pésima calidad, que su consumo era sinónimo de muerte. El petate era “la caja de muerto” de los pobres, de ahí origen.

Si no sabíamos dónde estaba alguien, la respuesta a una pregunta o el domicilio de fulano, el clásico era: “Sepa la bola”, un equivalente a “no tengo ni idea”. Se le denominaba la “bola” a los huarachudos que lucharon en la revolución de 1910. Mucha gente estaba ahí sin saber exactamente por qué peleaban, y cuando algún periodista preguntaba la razón de su lucha, ellos respondían con esa frase.

La tecnología ha dejado fuera de circulación a frases como: “Parece disco rayado”; “Se me borró el casete” o “Está bien tocadiscos”.

“Cuéntame una de vaqueros”, dejó de tener vigencia desde que los hombre a caballo fueron sustituidos por expertos en artes marciales o superhéroes enfundados en mallas y usando ropa interior por fuera.

No podemos dejar de mencionar al “coco”, al “ropavejero” y al “robachicos”, tradicionales personajes de nuestra infancia, muy usados por los padres para asustarnos y obligarnos a dormir o hacer alguna tarea. Una tonada clásica fue: “Duérmete niño, duérmete ya, si no viene el coco y te comerá”.

Las nuevas generaciones van creando sus frases, de acuerdo a su tiempo, y como ahora algún día también pasarán al baúl de los recuerdos.

Twitter: @gerardocejag

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