lunes, 18 de marzo de 2013

En palabras chiquitas



Se dice que en México se acostumbra hablar con diminutivos. A nuestras conversaciones le damos ese matiz que nos identifica: “Tomémonos un agüita fresca”; “¿Qué tal unos taquitos para abrir brecha”?; “Una hamburguesa doble, con poquita cebolla, salsita, queso y un refresquito light”; “Está fuertecito el calor, ¿verdad?”; “Hoy sí que hace friito (o friyito)”. Y es que desde niños nos vamos acostumbrando a hablar “chiquito”: “Sécate las manitas”; “Traes tu carita muy sucia”; “Tómate tu lechita (o chocomilito)”; “Te lavo una manzanita”.

A ciencia cierta desconocemos la razón por la cual usamos muchos los diminutivos. Pero al hablar así le damos un tono amable a nuestras conversaciones, hacemos sentir confianza a nuestro interlocutor y aligeramos cualquier contratiempo: “Ese domicilio está cerquita”; “La gasolinera está algo lejitos, pero a buen paso llegará rapidito”; “Se te ve un poquito apretado, pero nada de que preocuparse”. Sin duda, también los adjetivos son mejor aceptados cuando los expresamos en diminutivo: gordito, flaquito, peloncito, greñudito, fachosito, canosito.

Por supuesto que descartamos el uso de diminutivos cuando la ocasión amerita formalidad o si con quien hablamos no es de nuestro agrado. Si el futuro yerno está de visita, lo más seguro es que se le pregunte: “¿Quieres un café o una cerveza? De esta forma, el fulano reconocerá que se le ofrece algo únicamente por mero formulismo y que su presencia no es aceptada; todo cambia si lo expresamos así: “¿Quieres un cafecito o una cervecita?”, entonces el individuo se sentirá ya parte de la familia.

Sin embargo, existe un grupo de palabras que por ser invariables no podemos “hacer chiquitas”: me refiero a los adverbios. El adverbio modifica al verbo, al adjetivo y a otro adverbio; no tiene género, número ni persona y siempre se escribe igual, por ende tampoco acepta diminutivos o superlativos. Es frecuente oír a locutores de radio y televisión que dice: “Ahorita regresamos”; “Llegamos tempranito”; “La fecha del carnaval está cerquita”; “No nos tardamos nadita”; “Hoy nuestro amigo llegó tardecito”; “El avión llegará prontito”. En el habla coloquial es natural escuchar esas frases, sin embargo en los medios de comunicación resultan inaceptables, porque se supone que deben de promover el buen español. Los comunicadores están obligados a conocer el uso correcto de la lengua porque son divulgadores y responsables, en cierta medida, de cómo la población se expresa.

Twitter: @gerardocejag

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