lunes, 19 de noviembre de 2012

Lengua y sexo


Como una forma de volver visible a la mujer, instituciones gubernamentales comenzaron a usar términos como “las y los”, “niños y niñas”, “mexicanos y mexicanas”. El origen de ello es precisamente la discriminación que han sufrido las mujeres por muchos años. La emancipación del sexo femenino, su incorporación a puestos de trabajo u oficios tradicionalmente desempeñados por varones ha creado una revolución que poco a poco le va haciendo justicia. El desdoblamiento léxico pretende evitar la discriminación de la mujer, porque según lo expresó la directora general del Instituto Politécnico Nacional, Yoloxóchitl Bustamante Díez, “Lo que no se nombra, no existe”. Sin embargo, este tipo de escritura contraviene a las normas gramaticales, pierde claridad y se sobrecarga innecesariamente.

Algunas personas consideran que el lenguaje debe de evolucionar y eliminar el léxico androcéntrico predominante para que, de este modo, no se interprete lo masculino como universal. Pienso que rechazar sistemáticamente el uso del genérico masculino en los textos como una forma de hacer visible al sexo femenino es un error. El uso del masculino para designar a los dos sexos en el español es aceptado como norma por la mayoría de la gente, dando como resultado una economía del lenguaje. El desdoblamiento léxico sobrecarga cualquier escrito y pongo como ejemplo unos párrafos de la constitución de la República Bolivariana de Venezuela:
«Sólo los venezolanos y venezolanas por nacimiento y sin otra nacionalidad podrán ejercer los cargos de Presidente o Presidenta de la República, Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva, Presidente o Presidenta y Vicepresidentes o Vicepresidentas de la Asamblea Nacional, magistrados o magistradas del Tribunal Supremo de Justicia, Presidente o Presidenta del Consejo Nacional Electoral, Procurador o Procuradora General de la República, Contralor o Contralora General de la República, Fiscal General de la República, Defensor o Defensora del Pueblo, Ministros o Ministras de los despachos relacionados con la seguridad de la Nación, finanzas, energía y minas, educación; Gobernadores o Gobernadoras y Alcaldes o Alcaldesas de los Estados y Municipios fronterizos y de aquellos contemplados en la Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional.»
«Para ejercer los cargos de diputados o diputadas a la Asamblea Nacional, Ministros o Ministras; Gobernadores o Gobernadoras y Alcaldes o Alcaldesas de Estados y Municipios no fronterizos, los venezolanos y venezolanas por naturalización deben tener domicilio con residencia ininterrumpida en Venezuela no menor de quince años y cumplir los requisitos de aptitud previstos en la ley.».

Cabe aclarar que el desdoblamiento léxico se debe usar solamente cuando el contexto de la oración lo justifica, por ejemplo: “No había razón para que sus hermanos, y mucho menos sus hermanas, vieran tan desagradable espectáculo”.

Este loable experimento no elimina realmente el sexismo lingüístico, porque el problema no está en la gramática sino en las personas. La igualdad entre mujeres y hombres no se consigue con discursos artificiosos, sino con trabajo y leyes adecuadas. Sería interesante conocer si los funcionarios y políticos que usan el desdoblamiento léxico en sus discursos lo hacen también en la cotidianidad. Acaso dirán: “Voy por mis hijos e hijas a la escuela”; “Salúdame a tus hermanos y hermanas, a tus primos y primas, así como a tus tíos y tías”, francamente lo dudo.

El uso del desdoblamiento léxico tiene como fin hacer visible a la mujer y aunque es un recurso válido resulta contraproducente en la práctica, sin embargo, aceptemos el hecho de que se da, pero también quienes no lo usan, no deben de ser considerados como discriminadores de mujeres, no caigamos en extremos.

Para concluir les dejo un caso práctico de lo que yo considero sexismo lingüístico: poner el nombre de “casada” a las primeras damas, porque a mi ver equivale a decir “propiedad de…”. ¿Usted qué opina?

Twitter @gerardocejag
http://cuestiondeestilobcs.blogspot.mx/

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