martes, 4 de junio de 2013

Cuando el sexo degeneró en género


Desde hace varios años, la lucha por la igualdad de derechos entre el sexo femenino y el masculino ha tenido importantes avances en el mundo. En la mayoría de los países, las mujeres pueden votar y ser votadas, no hay restricciones para el trabajo y ejercen cualquier oficio con la misma eficiencia que los hombres. Aún existen resabios como la insistencia de llamarla “señora del señor”, es decir, quitarle el apellido materno y reemplazarlo por el del esposo. Pareciera mentira, pero en naciones como Estados Unidos es más común usar el nombre del marido que el de soltera; Michelle LaVaughn Robinson no es conocido para casi nadie, pero si escribo Michelle Obama todo se clarifica. Lo anterior ha creado frases como: “Las limitan por su género”; “Las empresas debe equilibrar las cuotas de género”; “La discriminación por género no se permite en México”; “Se solicitan personal, género indistinto”… Sin embargo, gramaticalmente hablando, dichas expresiones son incorrectas, porque es inadmisible utilizar la palabra “género” como sinónimo de “sexo”.

«Género» en su primera acepción dice: “Conjunto de seres que tienen uno o varios caracteres comunes”, como el género humano. Continúa con “Clase o tipo a que pertenecen personas o cosas”, como el género de terror en el cine. Y podría seguir hasta agotar todos los significados que da la Real Academia Española y no encontrar alguno que relacione “género” con “sexo”.

La palabra “género” proviene de inglés «gender» y evoca una categoría sociocultural que implica diferencias o desigualdades de índole social, económica, política, y/o laboral que desde los años setenta se empezó a utilizar. Con este antecedente se puede hablar de estudios de género, discriminación de género, violencia de género los cuales no aluden únicamente a las mujeres sino a cualquier sexo que sea tratado de manera injusta en una sociedad. Como ejemplo puedo citar a las personas de origen hispano que viven en Estados Unidos, cuyo desarrollo es menor porque carecen de las mismas oportunidades de educación y trabajo que los demás norteamericanos, entonces hablamos de discriminación de género.

Las comisiones de “equidad y género” de la Cámara de Diputados y de nuestro congreso local se han abocado total y únicamente ha reducir las desigualdades que tienen las mujeres frente a los hombre, lo cual merece un aplauso. Sin embargo, al no ir más allá de eso, sugeriría modificar el nombre de dicha comisión a la de “equidad de sexo”.

El «Diccionario panhispánico de dudas» presenta alternativas para las expresiones “discriminación de género” y “violencia de género” y propone “discriminación o violencia por razón de sexo, discriminación o violencia contra las mujeres, violencia doméstica, violencia de pareja o similares”. Las frases correctas del primer párrafo de este artículo serían “Las limitan por su sexo”; “Las empresas debe equilibrar las cuotas de mujeres y hombre”; “La discriminación por sexo no se permite en México”; “Se solicitan personal, cualquier sexo”.

No olvidemos que las personas tienen sexo y las palabras, género.

Twitter: @gerardocejag
http://cuestiondeestilobcs.blogspot.mx/

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