miércoles, 29 de octubre de 2014

La muerte y sus formas


En México celebramos el Día de Muertos el 2 de noviembre. En esa fecha muchas familias visitan los panteones para estar con sus seres queridos. Llevan comida, música y pasan la noche ahí.

La veneración a los muertos es una tradición que se remonta a tiempos prehispánicos. Con la llegada de los conquistadores castellanos este ritual varió un poco. Los misioneros lo aprovecharon para enseñar la doctrina cristiana, haciendo adaptaciones que aún se conservan.

La definición más sencilla de muerte es “cesación o término de la vida”, según expone el diccionario de la Real Academia Española (DRAE). Para que la vida cese se requiere quitarla de algún modo. Aquí expongo una breve descripción de palabras relacionadas con “muerte”.

En nuestra convulsionada y violenta sociedad, la Muerte está más presente que nunca y el homicidio es la forma más común actualmente. El homicidio se define como “muerte causada a una persona por otra”, compuesta por la raíz latina “homo” que significa “hombre” (entendámoslo como “semejante”, ya que incluye también a la mujer), y la terminación “-cidio” proveniente del verbo latino “caedere”, que significa “matar”.

Si una persona mata a otra, entonces es un homicidio, pero no precisamente un asesinato. Asesinar es “matar a alguien con premeditación, alevosía y ventaja”. Si la muerte se produce por un accidente o en ciertas circunstancias no podemos calificarla de “asesinato”. Por ejemplo, “En un enfrentamiento, fuerzas del orden asesinaron a cinco delincuentes” es incorrecto ya que la muerte de los delincuentes fue producto del enfrentamiento y no de una conspiración de los uniformados; lo recomendable es “En un enfrentamiento, fuerzas del orden mataron a cinco delincuentes”.

Matar a un animal no puede ser catalogado como homicidio, pero sí como un asesinato. Se han registrado hechos donde la muerte de perros, por ejemplo, se realiza con saña, extremada crueldad y divertimento. Matar por necesidad alimentaria se puede definir como “sacrificar”.

Ya son comunes las notas periodísticas que dan cuenta de los homicidios violentos registrados en La Paz y en cuyos encabezados suelen usar la palabra “ejecuciones”: “Llega a 27 la cifra de personas ejecutadas”. El término “ejecución” hace referencia a las presuntas acciones de grupos criminales que matan a miembros de pandillas rivales, ya sea con ráfagas de tiros, balazos en la cabeza o alguna otra forma brutal. Aunque esta palabra ya forma parte del léxico periodístico, no está de más aclarar su significado. “Ejecutar” se define como “dar muerte al reo condenado a ella”, es decir, que alguna autoridad legal haya dictado sentencia contra alguien. Una “ejecución extrajudicial” es cuando la autoridad, sin juicio de por medio, mata a ciudadanos por cuestiones políticas o sociales. Los narcos son autoridad de facto, por su fuerza y poder económico, sin embargo, nada los legitima, por ello las sentencias de muerte en contra de sus rivales carecen de valor judicial, por ello lo más puntual sería decir “asesinadas” ya que los homicidas actuaron con premeditación, alevosía y ventaja.

Algunos medios de comunicación suelen usar en sus notas el eufemismo “abatir” para referirse a “muerte”. Así pues, es frecuente encontrar información como “Los militares abatieron a tres criminales”. Siendo puntuales, “abatir” no significa en ningún momento “muerte”, sino “derribar, derrocar, echar por tierra”. De otro modo no estamos seguros si solo los criminales fueron heridos y capturados o terminaron muertos.

Cuando la persona pierde la vida se convierte en un “cadáver”, es decir un “cuerpo muerto”. De ahí la importancia de clarificar cuando se dice que “fueron encontrados 20 cuerpos en dos fosas clandestinas” porque dicha información está incompleta. Cabría mejor “fueron encontrados 20 cuerpos sin vida en dos fosas clandestinas” o “fueron encontrados 20 cadáveres en dos fosas clandestinas”.

En el caso anterior, si las personas fueron torturadas y después asesinadas podemos hablar propiamente de “occisos” (muerto violentamente). No así si la muerte fuera producto de un mal de salud u otro donde no hubo violencia: “Se confirmó que la persona murió por un ataque al corazón. El occiso fue levantado por los socorristas y llevado al Semefo local”; lo adecuado debió ser: “Se confirmó que la persona murió por un ataque al corazón. El cadáver fue levantado por los socorristas y llevado al Semefo local”.

Aunque fallecido, finado y difunto significan muerte, el uso de cada uno dependerá del contexto de lo que se quiera expresar. “Fallecer” es “morir, «llegar a término de la vida»” y puede referirse a cualquier ser vivo: “El perro falleció por moquillo”. “Finando” significa «persona muerta» y solo aplicado para seres humanos: “El finado era un excelente ser humano”. “Difunto” se registra como «dicho de una persona: muerta (que ha perdido la vida)»: “Recordemos al difunto Felipe en nuestras oraciones”.

La vida se debe de disfrutar porque no es eterna, recordemos que empezamos a morir desde que nacemos.

Twitter: @gerardocejag

lunes, 13 de octubre de 2014

¿Calcinar o carbonizar?, esa es la cuestión


En las últimas semanas, los ciudadanos de La Paz hemos vivido una experiencia inédita por la serie de ejecuciones al estilo “Crimen Organizado, S. A. de C. V.”. Las autoridades, municipales, estatales y federales han sido incapaces de dar certeza a la gente de que se está trabajando para que nuestra ciudad vuelva a hacer gala de su nombre.

El fin de semana pasado, los ajusticiamientos se volvieron más sanguinarios, pues se reportó que tres personas fueron quemadas. A este paso lo siguiente será ver miembros amputados y narcomantas.

Sobre este último hecho, la mayoría de los medios de información locales y nacionales hablaron de “cuerpos o cadáveres calcinados”, sin embargo, el término “calcinar” fue inapropiado en este caso, lo adecuado hubiera sido “carbonizar”.

El diccionario de la Real Academia Española define «calcinar» como “(Del lat. calx, calcis, cal).
1. tr. Reducir a cal viva los minerales calcáreos, privándolos del ácido carbónico por el fuego.
2. tr. Abrasar por completo, especialmente por el fuego. U. t. c. prnl.
3. tr. Quím. Someter al calor cuerpos de cualquier clase para eliminar las sustancias volátiles.

El mismo diccionario precisa que “carbonizar” significa “1. tr. Reducir a carbón un cuerpo orgánico. U. t. c. prnl.”

Así pues, lo recomendable es hablar sobre personas carbonizados ya que son cuerpos orgánicos que al ser abrasados por el fuego se redujeron a carbón. Contrario al automóvil, en donde es correcto informar que fue calcinado.

No está de más decir que en el habla cotidiana es común que ambos términos sean intercambiables, sin embargo, en los medios de comunicación usar con propiedad cada palabra es una exigencia de todos los días.

Twitter: @gerardocejag

miércoles, 1 de octubre de 2014

Después del huracán viene la ortografía


Han pasado ya más de quince días desde que el huracán Odile impactó en el sur de la península de Baja California. Este meteoro causó importantes daños a la infraestructura de los cinco municipios de Baja California Sur y, además, desnudó la condición social y humana de algunas personas.

El fenómeno de los saqueos y el robo por parte de grupos de inadaptados después de la emergencia, deterioró significativamente la imagen de Los Cabos. La moral y los principios se han subordinado al poder y el dinero, en otras palabras, se han pervertido.

También el destructivo huracán me permitió observar la utilización inapropiadas de dos palabras por parte de los medios de comunicación electrónicos e impresos: el uso de comillas o cursivas en el nombre del meteoro y el verbo “evacuar”.

Desde el año 2011, las Academias de la Lengua establecieron que no es necesario escribir el nombre de los huracanes en cursivas o entre comillas. Así pues, lo recomendable es «El huracán Odile no destruyó la voluntad de los sudcalifornianos» y no «El huracán “Odile” no destruyó la voluntad de los sudcalifornianos».

También es conveniente precisar que el nombre que acompaña a los fenómenos atmosféricos nunca se escribe con mayúscula por ser común. Por ello, deben de evitarse oraciones como «Pedirán diputados más recursos por las afectaciones del Huracán “Odile”» o «La Tormenta Tropical “Rachel” no afectará a Baja California Sur». Lo correcto sería «Pedirán diputados más recursos por las afectaciones del huracán Odile», «La tormenta tropical Rachel no afectará a Baja California Sur».

Cabe destacar que la gran mayoría de los medios informativos nacionales expresaron correctamente el nombre de nuestro estado, ya que antes en sus enlaces resultaba común la omisión del sustantivo “Sur”. Lástima que tuvieran que aprenderlo debido a una catástrofe.

Una de las palabras que más se usó (y abusó) recién terminaba de pasar Odile por la media península, fue “evacuar”. El diccionario de la lengua española de la RAE define “evacuar” como «1. tr. Desocupar algo. 2. tr. Desalojar a los habitantes de un lugar para evitarles algún daño. 3. tr. Dicho de un ser orgánico: Expeler excrementos u otras secreciones».

Así pues, encontramos frases como «Miles de extranjeros están evacuando Los Cabos», «Las autoridades evacuaron a los turistas», «Piden a la gente evacuar las colonias por falta de servicios», «Muchas personas evacuaron el lugar debido al desastre».

En los casos anteriores, “evacuar” se usa como sinónimo de “desalojar”, y aunque en el habla cotidiana es común y entendible, en los medios de comunicación se recomienda utilizarlo en su más pura acepción para evitar malos entendidos escatológicos.

Si cuando se va al baño se evacuan los intestinos, entonces hubiera sido mejor haber escrito: «Miles de extranjeros abandonan Los Cabos», «Las autoridades desalojaron a los turistas», «Piden a la gente salir de las colonias por falta de servicios», «El lugar fue evacuado debido al desastre».

Eso mismo entendió el general Villa cuando un oficial le dijo: “Mi general, la tropa está evacuando Piedras Negras”, a lo que el Centauro del Norte respondió: “Ah, chingao, ¿pos que comieron?

cejagarcia20@gmail.com
Twitter: @gerardocejag

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