martes, 30 de octubre de 2012

Entre ocupar y necesitar


Cada día es más común escuchar frases u oraciones como: “¿Ocupas algo de la tienda?”; “Ocupo que lleves esto a Contabilidad”; “¿Qué documentos ocupan para el trámite?”; “¿Ocupa dinero?, yo le presto”; “Estoy ocupando la computadora”. En los ejemplos señalados la correcta redacción sería: “¿Necesitas algo de la tienda?”; “Necesito (o quiero) que lleves esto a Contabilidad”; “¿Qué documentos necesita (o requiere) para el trámite?”; “¿Necesita dinero?, yo le presto”: “Estoy usando la computadora”.

“Ocupar” se ha vuelto un “verbo fácil”. Se les denomina así a aquellos verbos que se usan para toda ocasión y limitan nuestro vocabulario. La lista de estos la componen las siguientes palabras: hacer, estar, haber, tener, ser, poner, decir, ver y producir.

Cuando hablamos, pocas veces nos damos cuenta que usamos continuamente los verbos fáciles, además de las acostumbradas muletillas como “me entiendes”, “me explico”, “hey” o “eda”. El problema surge al escribir. Un texto con palabras repetidas resulta pobre y hasta confuso. Los verbos fáciles son válidos siempre y cuando encajen adecuadamente en el contexto de la oración, de no ser así lo mejor es buscar la palabra precisa para ello.

Suelo recomendar a los estudiantes que procuren leer para enriquecer su vocabulario, así mismo, que traten de escribir con mayor frecuencia sin olvidar releer su trabajo para detectar los verbos fáciles.

Volviendo al verbo que nos ocupa, el diccionario de la Real Academia Española lo define como:
Tomar posesión o apoderarse de un territorio, de un lugar, de un edificio, etc., invadiéndolo o instalándose en él.
Obtener, gozar un empleo, dignidad, mayorazgo, etc.
Llenar un espacio o lugar.
Habitar una casa.
Dar que hacer o en qué trabajar, especialmente en un oficio o arte.
Embarazar o estorbar a alguien.
Llamar la atención de alguien; darle en qué pensar.
Emplearse en un trabajo, ejercicio o tarea.
Preocuparse por una persona prestándole atención.
Poner la consideración en un asunto o negocio.
Asumir la responsabilidad de un asunto, encargarse de él.

Como se puede comprobar con estas definiciones, resulta inapropiado usar “ocupar” como muchas personas lo hacen actualmente. Sin embargo, en un futuro, las Academias de la Lengua lo podrían aceptar como una forma coloquial de hablar en nuestro país, claro en el caso de que su uso se extienda y arraigue en toda la población.

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lunes, 22 de octubre de 2012

El dialecto sudcaliforniano

Flora sudcaliforniana/Cortesía de Brenda Covarrubias

Se conoce como dialecto a una variación regional de la lengua. En todos los idiomas existen los dialectos y estos se producen principalmente por los espacios geográficos. El origen del dialecto a veces es difícil de rastrear porque en muchas ocasiones obedece a deformaciones de palabras arcaicas, préstamos de lenguas extranjeras, onomatopeyas u ocurrencias de algún personaje de la región, que de alguna forma se conservan y transmiten por tradición oral. Baja California Sur posee una extensa gama de palabras y frases dialectales. Incluso existe un diccionario, el cual por desgracia no lo he podido conseguir.

Los dialectos, a diferencia de las lenguas, carecen de reglas, y por esa razón el significado de una palabra o frase no se entiende en su totalidad en otras partes del país o incluso de fuera de él. Términos como papaya o concha, palabras comunes entre los mexicanos, pueden ser ofensivas en algunas naciones. También el regionalismo suele ser motivo de fracaso para comediantes, quienes en su tierra son un éxito, pero fuera de ella son incomprendidos.

Rescatar las frases y palabras regionales es un trabajo serio aunque nos dé risa. Investigadores locales se han dado a la tarea de recoger los regionalismos, incluso las autoridades apoyaron la creación de una lotería paceña a modo de mantener viva esta parte de la lengua hablada.

El “sudcaliforniano” es un dialecto y como tal no resulta sencillo para las personas que vienen del macizo continental. Por ello, me permito redactar esta breve lista de palabras regionales para un mejor entendimiento.
“Tagualilas” o “chúntaros renegados”: Personas de otros lugares que se establecen en el estado.
“Huevo de aura”: Gente de quien de habla mucho pero nunca la conocemos.
“Cochito con mal de ojo”: Deudores que se esconden para no pagar.
“Zurrapas”: Son las migajas de pan.
“Espejear”: Ir en reversa mirando por el espejo.
“Colte”: tener una lesión en el cuello que te impide girar la cabeza.
“Resolana”: Calor bajo la sombra.
“Parquear”: Estacionar el auto.
“Fresco”: Término para referirse a los homosexuales.
“Puchar”: Empujar.
“Chopito”: Un queso muy sabroso.
“Chunique”: Hueso de la ciruela.
“Entelerido”: Es alguien débil.
“Lo vas a recordar”: Si el bebé duerme y haces mucho ruido lo puedes despertar.
“Las matas”: Son simplemente plantas.
“Cachora”: Lagartija común y corriente.
“Churido”: Algo muy maltratado o chueco.
“Muy alto pa bajo”: Significa un pozo muy profundo.
“El cebado”: Amante de tu esposa.
“¡Me, puchi mano, verá!”: Expresión útil para muchas ocasiones.
El “zalate” y la “talega”: Tienen una connotación sexual.
“Pariente”: Equivale al “compa” o amigo.
Andar “huilo”: Cuando te lesionas una pierna.
“Lurio” es una persona feliz.
“Bembo”: Alguien menso.
“¡A la bestia!”: Resulta ser una expresión se asombro, principalmente usada por jóvenes.

Antes de terminar, una recomendación si viaja a Jalisco o Michoacán. Al comprar tomates, pida jitomates o le darán tomatillos, y si va a comer tacos, nunca pida “con tortilla de harina” porque entonces usted será la botana.

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lunes, 15 de octubre de 2012

La escritura y sus reglas

Pienso que la palabra escrita es el segundo mejor invento del ser humano, el primero, definitivamente, es el amor. Al igual que el fuego, las palabras han logrado mantener unidas a las personas, ya sea como nación, pueblo o tribu. Las palabras son esos sonidos que tienen sentido al ser escuchados. Las aprendemos imitando a quienes nos rodea y sin saber cómo exactamente, comenzamos a hablar y a comunicarnos con los demás.

Las palabras escritas, al fin de cuentas, son signos que poseen un código. En la escuela nos enseñan a decodificar: primero las vocales, luego con las sílabas y finalmente vamos aprendiendo a formar palabras a partir de las sílabas. Quién no recuerda esta oración “Ese oso se asea”. Sin embargo, el proceso no termina ahí. Durante los doce años que dura la educación básica, media básica y media superior, conocemos otros elementos que se usan para escribir. Aprendemos reglas de acentuación y puntuación, ortografía, sintaxis… Al igual que en una clase de Biología, nos enseñan a diseccionar una oración cual si fuera un sapo: artículo, sustantivo, verbo y complemento.

El problema real viene cuando tenemos que escribir textos más complejos. Pues a diferencia del lenguaje hablado, donde además de la voz nos apoyamos con gesticulaciones y elementos del entorno para expresar lo que queremos, el lenguaje escrito no tiene esa facilidad. Un texto es una estructura que necesita coherencia para ser comprendido, de otro modo resultará oscuro e indescifrable. Al escribir, debemos de escoger las palabras adecuados para trasmitir nuestro mensaje.

No está de más señalar que el lenguaje hablado fue primero y después el escrito. De ahí surge el conflicto entre hablar y escribir. Muchos pueblos fueron analfabetos porque la habilidad de leer y escribir (decodificar signos) estaba reservada para grupos muy cerrados. En el siglo XIII, el rey Alfonso el “Sabio” le dio al castellano (hoy en día español para las Américas) la calidad de lengua. Al masificarse la escritura se tuvo que normar, de eso no fue hace mucho, porque en 1713 se creó la Real Academia de la Lengua.

Algunas personas opinan que las reglas de ortografía y redacción están de más. Consideran como innecesario tener dos o tres letras con el mismo sonido que únicamente provocan errores al redactar. Piden, en casos más extremos, eliminar esas grafías y conservar solo una. A las letras que se refieren son: b-v, c-k-s-z, g-j, i-y, además de la “h” por ser muda. También cuestionan el uso de los acentos, comas, puntos y comas, dos puntos… En pocas palabras, piden que se escriba tal como se habla. Por suerte, es muy poca la gente que apoya estos cambios. Es cierto que en los mensajes de texto de los actuales medios electrónicos suele usarse estas “normas”, aunque se hace por lo limitado del espacio para “mensajear” y suele ser aceptado hasta por académicos.

Las normas de ortografía son fundamentales para mantener la unidad y la claridad del idioma. Al igual que una ciudad necesita de reglamentos para transitar con seguridad en las calles, la escritura requiere de una estructura lógica para entenderla, de otro modo reinaría en caos. La verdad es que no se aprende ortografía solamente estudiando reglas, sino a través de la práctica sistemática, es decir, leyendo y escribiendo.

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