lunes, 15 de octubre de 2012

La escritura y sus reglas

Pienso que la palabra escrita es el segundo mejor invento del ser humano, el primero, definitivamente, es el amor. Al igual que el fuego, las palabras han logrado mantener unidas a las personas, ya sea como nación, pueblo o tribu. Las palabras son esos sonidos que tienen sentido al ser escuchados. Las aprendemos imitando a quienes nos rodea y sin saber cómo exactamente, comenzamos a hablar y a comunicarnos con los demás.

Las palabras escritas, al fin de cuentas, son signos que poseen un código. En la escuela nos enseñan a decodificar: primero las vocales, luego con las sílabas y finalmente vamos aprendiendo a formar palabras a partir de las sílabas. Quién no recuerda esta oración “Ese oso se asea”. Sin embargo, el proceso no termina ahí. Durante los doce años que dura la educación básica, media básica y media superior, conocemos otros elementos que se usan para escribir. Aprendemos reglas de acentuación y puntuación, ortografía, sintaxis… Al igual que en una clase de Biología, nos enseñan a diseccionar una oración cual si fuera un sapo: artículo, sustantivo, verbo y complemento.

El problema real viene cuando tenemos que escribir textos más complejos. Pues a diferencia del lenguaje hablado, donde además de la voz nos apoyamos con gesticulaciones y elementos del entorno para expresar lo que queremos, el lenguaje escrito no tiene esa facilidad. Un texto es una estructura que necesita coherencia para ser comprendido, de otro modo resultará oscuro e indescifrable. Al escribir, debemos de escoger las palabras adecuados para trasmitir nuestro mensaje.

No está de más señalar que el lenguaje hablado fue primero y después el escrito. De ahí surge el conflicto entre hablar y escribir. Muchos pueblos fueron analfabetos porque la habilidad de leer y escribir (decodificar signos) estaba reservada para grupos muy cerrados. En el siglo XIII, el rey Alfonso el “Sabio” le dio al castellano (hoy en día español para las Américas) la calidad de lengua. Al masificarse la escritura se tuvo que normar, de eso no fue hace mucho, porque en 1713 se creó la Real Academia de la Lengua.

Algunas personas opinan que las reglas de ortografía y redacción están de más. Consideran como innecesario tener dos o tres letras con el mismo sonido que únicamente provocan errores al redactar. Piden, en casos más extremos, eliminar esas grafías y conservar solo una. A las letras que se refieren son: b-v, c-k-s-z, g-j, i-y, además de la “h” por ser muda. También cuestionan el uso de los acentos, comas, puntos y comas, dos puntos… En pocas palabras, piden que se escriba tal como se habla. Por suerte, es muy poca la gente que apoya estos cambios. Es cierto que en los mensajes de texto de los actuales medios electrónicos suele usarse estas “normas”, aunque se hace por lo limitado del espacio para “mensajear” y suele ser aceptado hasta por académicos.

Las normas de ortografía son fundamentales para mantener la unidad y la claridad del idioma. Al igual que una ciudad necesita de reglamentos para transitar con seguridad en las calles, la escritura requiere de una estructura lógica para entenderla, de otro modo reinaría en caos. La verdad es que no se aprende ortografía solamente estudiando reglas, sino a través de la práctica sistemática, es decir, leyendo y escribiendo.

Twitter @gerardocejag
http://cuestiondeestilobcs.blogspot.mx/

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