lunes, 5 de agosto de 2013

El corrector


Para el estimado Gary, por sus consejos y observaciones

Cuando hay problemas con el auto lo llevamos al taller; si es con un electrodoméstico le hablamos al técnico, pero ¿a quién acudimos cuando tenemos problemas con la ortografía y la redacción de un texto? Pues con el corrector de estilo.

La corrección de textos es una actividad que se ha ejercido durante muchos años, incluso antes de que se inventara la imprenta. En los antiguos monasterios los monjes escribanos contaban ya con sus correctores. En la actualidad este oficio se ejerce principalmente en los periódicos, las revistas, en las grandes editoriales y, en menor medida, de forma independiente.

El estilo es la forma que cada individuo tiene de hacer las cosas, es la expresión de su carácter. Cuando hablamos de corrección de estilo nos referimos a las empresas editoras, a los diarios y a las revistas. Cada empresa posee (o debería poseer) un manual de estilo que estipule sus normas de redacción, de esta manera sus textos son uniformes y adquieren una identidad propia para sus lectores. Por ello no se puede corregir el estilo de un escritor, sino su manera de escribir. El estilo de Octavio Paz es inimitable, sin embargo, se ha comentado que durante el revisado de sus textos saltaban algunas faltas de ortografía.

El corrector de estilo y ortosintáctico tiene como objetivo dar a los textos coherencia y claridad. Se encarga de acomodar las palabras para que digan lo que el escritor quiere expresar. Para ello, no solo necesita dominar las reglas ortográficas y gramaticales, sino además poseer amplios conocimientos culturales.

El corrector está libre de la pasión que el autor le impuso a su texto, esto le permite concentrarse en la ortografía, en la sintaxis y en dar claridad al escrito. Este proceso no es tan sencillo porque se debe dar varias lecturas para hallar errores; revisar y analizar cada párrafo; quitar y poner letras, signos, palabras e incluso frases para evitar las ideas confusas. De igual forma se procura que el autor no caiga en inexactitudes o incorrecciones, como  por ejemplo en fechas históricas, nombre de lugares o personajes.

La capacitación es un factor indispensable para cualquier corrector. Estar al día de las novedades que dicta la Asociación de Academias de la Lengua Española, de los eventos sociales, culturales, políticos y científicos. También se ha vuelto indispensable el manejo de las nuevas tecnologías, con las cuales se puede hacer el trabajo en menos tiempo y más eficientemente. A través de la Red consultamos un mayor volumen de información, diccionarios en línea o páginas especializadas sobre ciertos temas.

Cualquier texto que se publique impreso –ya sea revistas, diarios, libros, tesis universitarias, o en formato digital (como páginas web)– es recomendable que tenga la mejor calidad lingüística por dos razones: la primera por imagen de quien redacta; la segunda, para promover el buen español en la comunidad.

En América y Europa existen varias empresas, asociaciones y personas dedicadas a esta actividad. Sin embargo, la figura del corrector de estilo en México es muy poco conocida, tanto así que en el Servicio de Administración Tributaria (SAT) no tienen definido qué tipo de profesión es y en la Sección Amarilla no existe un espacio adecuado para anunciarse.

Por cierto, cada 27 de octubre se celebra el Día del Corrector.

Twitter: @gerardocejag
http://cuestiondeestilobcs.blogspot.mx/

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