Las crisis
económicas inician por manejos inadecuados de las finanzas, debido a la falta
de prevención y políticas erróneas. En tiempos de crisis, los préstamos son ineludibles
si no existe otro camino para seguir adelante; sin embargo, pedir prestado cuando
en realidad no lo necesitamos solo agrava el problema. Lo mismo sucede con la
lengua española.
El español
es la segunda lengua más hablada en el mundo (495 millones de personas),
también ocupa el segundo lugar como idioma de comunicación internacional y en
Internet estamos en tercer lugar después del chino y el inglés. A través del
tiempo, nuestra lengua se ha ido enriqueciendo con préstamos lingüísticos,
adopciones y adecuaciones de otros idiomas, que por razones justificadas son
aceptadas; a estás las denominamos neologismos. Encontramos otras palabras que
no califican como neologismos, porque existe su equivalente en español y que al usarlos cometemos un barbarismo.
Los
barbarismos son “préstamos” innecesarios que aceptamos de otras lenguas, y que
a la larga llegan a corromper al español, ya que su constante uso nos hace
pagar un interés muy alto: el empobrecimiento del idioma.
Los
barbarismos más usados, tanto hablados como escritos son:
“Mail” por
correo electrónico.
“Ticket” por comprobante de compra.
“Show” por
espectáculo.
“Voucher”
por recibo o pagaré.
“Car wash” por lavado de autos.
“Web” por
Red.
“Mouse” por
ratón.
“USA”
(United States of America) por EUA, EE. UU. (Estados Unidos de América)
“Tablet”
por tableta.
“Smartphone”
por teléfono inteligente
“On
line” por en línea
“Like”
(en Facebook) por Me gusta.
En las redes
sociales proliferan los barbarismos, en los medios de comunicación electrónicos
(radio y TV) se vuelven comunes y algunos medios impresos ceden por la costumbre.
Lo recomendables es evitar el uso de estas palabras, pues para qué pedir
prestado cuando nuestro vocabulario es tan rico.
Twitter:
@gerardocejag
No hay comentarios:
Publicar un comentario