Se
dice que en México se acostumbra hablar con diminutivos. A nuestras
conversaciones le damos ese matiz que nos identifica: “Tomémonos un agüita
fresca”; “¿Qué tal unos taquitos para abrir brecha”?; “Una hamburguesa doble,
con poquita cebolla, salsita, queso y un refresquito light”; “Está fuertecito
el calor, ¿verdad?”; “Hoy sí que hace friito (o friyito)”. Y es que desde niños
nos vamos acostumbrando a hablar “chiquito”: “Sécate las manitas”; “Traes tu
carita muy sucia”; “Tómate tu lechita (o chocomilito)”; “Te lavo una
manzanita”.
A
ciencia cierta desconocemos la razón por la cual usamos muchos los diminutivos.
Pero al hablar así le damos un tono amable a nuestras conversaciones, hacemos
sentir confianza a nuestro interlocutor y aligeramos cualquier contratiempo: “Ese
domicilio está cerquita”; “La gasolinera está algo lejitos, pero a buen paso
llegará rapidito”; “Se te ve un poquito apretado, pero nada de que
preocuparse”. Sin duda, también los adjetivos son mejor aceptados cuando los
expresamos en diminutivo: gordito, flaquito, peloncito, greñudito, fachosito, canosito.
Por
supuesto que descartamos el uso de diminutivos cuando la ocasión amerita
formalidad o si con quien hablamos no es de nuestro agrado. Si el futuro yerno
está de visita, lo más seguro es que se le pregunte: “¿Quieres un café o una
cerveza? De esta forma, el fulano reconocerá que se le ofrece algo únicamente
por mero formulismo y que su presencia no es aceptada; todo cambia si lo
expresamos así: “¿Quieres un cafecito o una cervecita?”, entonces el individuo
se sentirá ya parte de la familia.
Sin
embargo, existe un grupo de palabras que por ser invariables no podemos “hacer
chiquitas”: me refiero a los adverbios. El adverbio modifica al verbo, al
adjetivo y a otro adverbio; no tiene género, número ni persona y siempre se
escribe igual, por ende tampoco acepta diminutivos o superlativos. Es frecuente
oír a locutores de radio y televisión que dice: “Ahorita regresamos”; “Llegamos
tempranito”; “La fecha del carnaval está cerquita”; “No nos tardamos nadita”;
“Hoy nuestro amigo llegó tardecito”; “El avión llegará prontito”. En el habla
coloquial es natural escuchar esas frases, sin embargo en los medios de
comunicación resultan inaceptables, porque se supone que deben de promover el
buen español. Los comunicadores están obligados a conocer el uso correcto de la
lengua porque son divulgadores y responsables, en cierta medida, de cómo la
población se expresa.
Twitter:
@gerardocejag
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