Pienso que la palabra escrita es el segundo mejor invento del ser
humano, el primero, definitivamente, es el amor. Al igual que el fuego, las
palabras han logrado mantener unidas a las personas, ya sea como nación, pueblo
o tribu. Las palabras son esos sonidos que tienen sentido al ser escuchados. Las
aprendemos imitando a quienes nos rodea y sin saber cómo exactamente,
comenzamos a hablar y a comunicarnos con los demás.
Las palabras escritas, al fin de cuentas, son signos que poseen un
código. En la escuela nos enseñan a decodificar: primero las vocales, luego con
las sílabas y finalmente vamos aprendiendo a formar palabras a partir de las sílabas.
Quién no recuerda esta oración “Ese oso se asea”. Sin embargo, el proceso no
termina ahí. Durante los doce años que dura la educación básica, media básica y
media superior, conocemos otros elementos que se usan para escribir. Aprendemos
reglas de acentuación y puntuación, ortografía, sintaxis… Al igual que en una
clase de Biología, nos enseñan a diseccionar una oración cual si fuera un sapo:
artículo, sustantivo, verbo y complemento.
El problema real viene cuando tenemos que escribir textos más
complejos. Pues a diferencia del lenguaje hablado, donde además de la voz nos
apoyamos con gesticulaciones y elementos del entorno para expresar lo que
queremos, el lenguaje escrito no tiene esa facilidad. Un texto es una
estructura que necesita coherencia para ser comprendido, de otro modo resultará
oscuro e indescifrable. Al escribir, debemos de escoger las palabras adecuados
para trasmitir nuestro mensaje.
No está de más señalar que el lenguaje hablado fue primero y después
el escrito. De ahí surge el conflicto entre hablar y escribir. Muchos pueblos
fueron analfabetos porque la habilidad de leer y escribir (decodificar signos)
estaba reservada para grupos muy cerrados. En el siglo XIII, el rey Alfonso el
“Sabio” le dio al castellano (hoy en día español para las Américas) la calidad
de lengua. Al masificarse la escritura se tuvo que normar, de eso no fue hace
mucho, porque en 1713 se creó la Real
Academia de la
Lengua.
Algunas personas opinan que las reglas de ortografía y redacción están
de más. Consideran como innecesario tener dos o tres letras con el mismo sonido
que únicamente provocan errores al redactar. Piden, en casos más extremos,
eliminar esas grafías y conservar solo una. A las letras que se refieren son:
b-v, c-k-s-z, g-j, i-y, además de la “h” por ser muda. También cuestionan el
uso de los acentos, comas, puntos y comas, dos puntos… En pocas palabras, piden
que se escriba tal como se habla. Por suerte, es muy poca la gente que apoya
estos cambios. Es cierto que en los mensajes de texto de los actuales medios
electrónicos suele usarse estas “normas”, aunque se hace por lo limitado del
espacio para “mensajear” y suele ser aceptado hasta por académicos.
Las normas de ortografía son fundamentales para mantener la unidad y
la claridad del idioma. Al igual que una ciudad necesita de reglamentos para
transitar con seguridad en las calles, la escritura requiere de una estructura
lógica para entenderla, de otro modo reinaría en caos. La verdad es que no se
aprende ortografía solamente estudiando reglas, sino a través de la práctica
sistemática, es decir, leyendo y escribiendo.
Twitter @gerardocejag
http://cuestiondeestilobcs.blogspot.mx/
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