Por ser considerado inapropiado
el grito “¡eeeh, puto!” de la afición mexicana (y ahora también de la
brasileña), la Federación
Internacional de Futbol Asociación (FIFA) abrió una
investigación por supuesta conducta homofóbica. Y es que en el artículo 3 de
los estatutos de la FIFA
se expone: “Está prohibida la discriminación de cualquier país, individuo o
grupo de personas por su origen étnico, sexo, lenguaje, religión, política o
por cualquier otra razón, y es punible con suspensión o exclusión”.
Lo anterior levantó revuelo
entre la afición mexicana, la cual considera que la FIFA debiera de ocuparse de
cosas más importantes, como la corrupción al interior de la organización
futbolística.
En caso de proceder una sanción,
los directivos de la Federación Mexicana
de Futbol (FMF) prevén que sería solo económica y no se le restarían puntos o
excluir a la selección nacional del torneo. Sin embargo, puede darse el caso de
que la FIFA
prohíba el acceso a los estadios de los aficionados mexicanos.
En lo que respecta al lenguaje,
las acepciones de “puto” de acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española son
“sodomita” y “prostituto”. El sodomita es la persona que practica la sodomía,
es decir el coito anal; prostituto es la persona que mantiene relaciones sexuales a
cambio de dinero. “Puto” es la acotación de “prostituto”.
Lo anterior no quiere decir que entre
los mexicanos se reduzca solo a esos dos significados. Suele ser usada además
para definir algún fuerte golpe: “¡Qué putazo se dio el güey ese!”; como
lamentación: “¡Puta madre!”; para expresar lejanía: “Está hasta la puta
chingada!”.
No podemos negar que la
expresión “eeeh, puto” es un insulto al portero cuya intención es sacarlo de
quicio y que pierda concentración. Tampoco podemos ignorar el significado de
esa agresión verbal que la
Conapred ha definido acertadamente. Sin embargo, no resultará
sencillo que la gente deje de gritarlo y mucho menos lo hará cuando se lo piden
o amenazan con sanciones. Por desgracia este tipo de violencia verbal, que para
algunos es inocua, suele traspasar los estadios y se implanta en la vida
cotidiana. En cualquier competencia deportiva, sea profesional o amateur, la
pasión suele desbordarse y las cosas terminan mal. De las agresiones verbales
se pasan a las físicas, las cuales en más de una ocasión han enlutado a
familias. En las justas amateur nunca falta el papá o la mamá que carece de
sentido común y con sandeces, groserías e insultos busca provocar al contrario
para descontrolarlo, aún si son niños o jóvenes.
¿Se podrá asistir a un partido
de futbol sin envilecer al contrario? Estamos muy lejos de que eso suceda. Para
algunos comunicólogos de televisión “es parte de nuestra cultura”. Siempre resulta
más cómodo denostar desde el anonimato de las gradas.
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